
El desarrollo del lenguaje es uno de los procesos más complejos del funcionamiento cognitivo. En gran medida se trata de una función cognitiva propia, aunque su complejidad hace que implique otras áreas cerebrales de las que habría que esperar por tanto un adecuado desarrollo. Luria A. uno de los fundadores de la neurociencia cognitiva, se refiere a él también como mediador de los procesos cognoscitivos.
Esta referencia recae en que más allá de la función del lenguaje como herramienta de comunicación, es necesaria para la emersión del pensamiento y por tanto para la dirección y regulación de nuestras acciones. El lenguaje además nos permite distanciarnos de lo que tenemos inmediatamente delante, acercándonos al desarrollo simbólico.
Desde que nacemos estamos predispuestos al lenguaje. Los bebés reaccionan a la voz de su madre, estamos predeterminados biológicamente para atender al lenguaje. Algunas de las características en el desarrollo del lenguaje es que los bebés inician un lenguaje inicial a partir del balbuceo y la repetición. Durante este proceso identifican contextualmente posibles significados que se van afinando y aumentando durante los primeros 2-3 años de vida. En este tiempo, hay una explosión de vocabulario que además permite la elaboración ya de frases que junto a la ya controlada capacidad de andar le permite relacionarse socialmente. A partir de los 4 años el lenguaje comienza a tener un papel fundamental también en la cognición y deducción para situaciones más complejas generando además en torno a los 5 años mayores estrategias de comunicación incluso para plantear situaciones futuras.
Todo este desarrollo se acompaña de forma acompasada del desarrollo de áreas cerebrales funcionalmente asociadas que permite esta función.
El lenguaje es tan fundamental para el desarrollo, interacción y cognición que ambos hemisferios cerebrales se encargan del mismo en diversos complementos conformando un adecuado desarrollo de componentes verbales y no verbales en el lenguaje. Este desarrollo permite la creación de un pensamiento que dirija nuestras acciones así como que las cuestione cuando sea necesario promoviendo además la necesaria resolución de conflictos y la interacción social.
Estimularlo desde pequeños con detalles pequeños como llamar al niño/ niña por su nombre tempranamente, facilitar la comprensión de nuevas palabras en contextos y situaciones estables, facilitar la discriminación de sonidos con diversos juegos, promover el lenguaje como herramienta en la consecución de objetivos así como en la interacción social o generalizar el uso del lenguaje en la mayor parte de contextos posibles, son algunas de las recomendaciones que pueden ayudar al adecuado desarrollo del lenguaje en los más pequeños.
Dada su relación tan compleja con el adecuado desarrollo cognitivo, puede verse alterado al menos parcialmente en muchas alteraciones del neurodesarrollo, epilepsia o daño cerebral, por lo que ante un retraso en alguno de estos indicadores, es importante consultarlo con profesionales de neuropsicología o logopedia para definir la existencia o no de un retraso en el desarrollo del lenguaje o algún otro trastorno del neurodesarrollo que pueda estar asociado y facilitar su adecuada estimulación.
Experta acreditada en neuropsicología clínica
ReHacen
Write a comment: